La historia de la ciudad no se narra solo a través de las conmemoraciones y los lugares oficiales de la memoria. Ni son únicamente los documentos escritos la fuente de evidencia sobre el pasado. La historia de una ciudad es también la historia de sus barrios, sus asociaciones, sus clubes, es la historia de sus lugares de sociabilidad espontánea, «no formal» (tan improbables como pudieran ser, por ejemplo, las explanadas de los templos, los corredores de las viviendas, las playas del río). ¿Cómo rescatamos y contamos esas historias?
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